domingo, junio 29, 2008

próxima a la desproporción.


Necesito amanecerme, desencontrarme de esta piel tildada ya de desquiciada y llamarlo, llamarla, llamarlo a lo que está debajo, a la viscosidad que supongo yo −porque a veces creo verlo− puebla mis entrañas. Ella nos reúne y juntas instauramos la meta. Él es despreciable, él nos llora y nos relame los tobillos. Succiona vida desde nuestro eje, así es como creo perder mi orientación.

No sé dónde debería nacer el abrazo. Creo que la certeza está en su danza, en la del desquiciado, en la del inconstante, en el movimiento del reflexivo, del que busca integridad. La convicción está en los giros del que se lleva el sigilo de los témpanos. Estoy segura, resguardada de mí, convencida. Ella sólo supo disgregarme. Parece que intentó perturbarlo, ella es solamente títere de sí misma. Está desanimada, no veo razones para no descoserla…

Es en verdad reinventarme, adentrarme en la inmensa noche o el incontrolable deseo de llamar a lo que estremece eso que punza al alba para estallar sin dejar de ser sombra, fondo más preciado, unión. Algo de eso siempre, pero si nombro al títere no puedo desprenderme del gato que me cree madre para que juegue con mis propios hijos, estos hilos. Porque las marionetas son fantasmas −sé sentirlo así− y estos descomponen mi mirada, me hacen evidenciar la fragmentación con la que cargo al apreciar y al cerrarme a mí también. Segura no estoy, convencida sí. Las marionetas me ayudan, estos fantasmas contienen mi futura niebla, si lloriqueo sólo es porque soy chica y estoy cruda.

2 comentarios:

mélan dijo...

cruda










( una vez le pedí -muy torpemente- un consejo a un escritor que yo consideré bastante importante desde todo punto de vista literario, porque yo quería escribir, y me dijo: "estudiá medicina"... y lo entiendo bien ).

N. dijo...

Una masa Egon.


http://pintura.aut.org/SearchAutor?Autnum=11.112