miércoles, abril 28, 2010

-No todas las medivachas son aburridas, algunas pueden mancharse con algo de ron, justo ahí sobre el corte tan pulcro, tan limpio que te hizo el doctor para ocultar tu llanto.

Y quién sabe, quizás un día escribas llanto con ye y el mundo no quiera bailar más la conga entre los edificios que sufren el hacinamiento de manadas de búfalos roncandos hacia tu nombre. Y fuera los bolsillos partidos como los labios del frío,
royéndose en el vicio.




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-Un montón de estacas te hacen ver bien. Te hacen ver más negra. Normalmente las negruras te devuelven el don del asombro, de niños todos supimos emprender más que comprender y fue mejor. Estoy cansada de aseverar para no servirle al mundo.

-...sucede que de cuando en vez desnutrirse no es tan hermoso.





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Yo quería un centauro para poder alcanzarle un norte,
servirme solamente con oír sus ideas seculares,
vaciarle todas las cajas,
llorar incluso a distancia y contraluz aunque sin ritmo.

y sin hacerlo andar,
sin obligarlo a andar en algún bosque,
alguna alfombra
con la mirada atenta al sonido.

creo que encontré un par de huellas;
alguien las fotografía
las imprime en la almohada que abrazo
mientras yo me quedo sin sábanas

(pero un montón de puntos
cruzándose se olvidan de delimitar mis esferas)

yo ya no espero rumbo
ni destruyo

es cierto que recuerdo muy poco
el lugar por el que mi nodo anda
aunque sé que vibra
y puedo sentirme caer
tontamente
llena de trapos o peces amarillos.




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