Las cosas le parecían sencillas
lo mismo con el mundo
y la vida.
Mientras hacia sus cosas sonreía
sonreía sola en su casa
con sus amigos y en los teatros sonreía
no temía de sonreír en velorios
en los museos o en el cine casi reía
y hasta a veces durmiendo sonreía.
Una vez,
sonriendo entre una masa de gente,
sintió cómo dos pupilas
se clavaban
estrepitosas
en su nuca.
Extrañadamente alegre esta vez
se da vuelta
y compite a éstas
con sus mismísimas pupilas
que ahora yacen
en las concavidades
del receptor.
Ahora en vez de sonreír
no deja de pensar
ahora en vez de sonreír
no deja de llorar.
Duele tanto
a veces
encontrarse
con uno mismo…
(confundir color con pupila, infinito)
1 comentario:
Qué hermosos ojos
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