miércoles, abril 16, 2008

porcelana.


Trataría sobre el languidecer de mis brazos y mis tobillos pero creo necesario trocar hasta llegar a las bases, los fundamentos del esporádico ímpetu que llega a hacernos bailar dentro de la versatilidad partiendo desde el centro de nuestras carnes. Para eso es preciso quitarnos los vestidos, las negaciones y las obsesiones para con este enfermizo espíritu porque podrías volverme intrépida. (Tanto y para qué.) Entonces digo que hay un puerto (volvemos a fundamentarnos), lo dejo asentado en lo más profundo de la sensación angustiante de saberme lejana al témpano y me sacudo otra vez las vértebras con la inútil oración. Las plegarias lloran intentando circundar siquiera el foco y entre tanto anochezco palpándome las concavidades, buscando un par de ojos vueltos infinito para encontrarme de repente con dos, tres, nueve ejes descarriados que me buscan. Huyo, rehúyo y pierdo mi médula. (Las vísceras con ella, toda mi mortandad.) De nada sirve desvencijar de esta manera mis muñecas portadoras de dagas.

(16/4/08 - 14:22)

"La androide tiene tu rostro, pero ¿quién puede enamorarse de un androide?" - Wong Kar Wai - 2046


(foto que mal se ve de mi primer Joystick, el bienamado B.)